Fredy Gòmez
En esta hermosa tierra, los paisajes sorprendentes emergen por lugares
inesperados, al igual que los túmulos. Entre Santa Cruz del Quiche y los
Encuentros existen cerca de 72 túmulos separados por distancias muy cortas y entre
Huehuetenango y la Mesilla (frontera con México), posiblemente se tengan unos
150.
La
construcción de túmulos tiene su razón de ser. Ante la falta de control del
tráfico, en dichas carreteras se transita a excesiva velocidad y
si a ello se suma el irrespeto a las normas
básicas de manejo de automotores, emergen los atropellos y fallecimientos; por
ello, en parte, los vecinos
imponen
o requieren la construcción de túmulos; quizás esta solución emerja ante la impomsibilidad de evaluar alternativas.
La
falta de regulación causa daño a otras personas, al igual que los túmulos como solución. Por
una parte, es un deporte
extremo manejar en caminos complicados con personas que manejan a alta
velocidad sin ninguna regulación. Por otra parte, los túmulos imponen
costos significativos: limitan el tránsito de otras personas que manejan
conforme las normas ( (causa
rivalidad en el consumo en términos técnicos),
así como aumenta los costos de transporte (combustible por la reducción
de
velocidad y depreciaciones), por no decir los costos económicos, como en
el comercio, y los costos sociales, como el desplazamiento de ambulancias o
bomberos; de igual forma,
los túmulos son una solución local y quizás sea la causa de otros males,
por
ejemplo: una persona que aumenta su tiempo de tránsito,
tratará de recuperarlo conduciendo a mayor velocidad más adelante,
quizás
aumentando los accidentes y fallecimientos en otros territorios.
En
todo caso, ambas soluciones causan otros problemas, algunas
alternativas pueden evaluarse i) por una parte, la más sencilla y
quizás por ello ingenua, el regulador (centralizado) debe jugar su
papel verificando los límites de velocidad en carreteras nacionales; ii) la
comunidad puede aportar a ello e incluso podría ganar fondos
si una cuota de las multas pasa a la
municipalidad, como ocurre en Mixco; iii) Algunas más de fondo van
porque las personas
que conducen automotores pueden ser sanciones públicamente si violan las
reglas, así como por la gestión de planes de educación vial; iv)
soluciones alternativas, como pasarelas,
suponen el uso de los transeúntes, lo cual puede o no ser real; v) por
último,
deben lograrse acuerdos sobre los usos de los bienes públicos, lo cual
da para
para buscar soluciones mediante la discusión y el consenso.
Al
parecer estamos acostumbrados a solucionar las cosas por la fuerza, imponiendo
solidas estructuras a nuestro comportamiento, el llamado a incursionar en
iniciativas novedosas sigue vigente. El llamado a discutir y debatir es
necesario.